17 de febrero de 2010

Te quiero.

- Bienvenida otra vez -musitó, tomándome en brazos- Has dormido profundamente, no me he perdido nada -sus ojos centellearon- empezaste a hablar en sueños muy pronto.
- ¿Qué oíste? -Los ojos dorados se suavizaron.
- Dijiste que me querías.
- Eso ya lo sabías -le recordé, hundí mi cabeza sobre su hombro.
- Da lo mismo, es agradable oírlo.
Oculté la cara contra su hombro.
- Te quiero -susurré.
- Ahora tú eres mi vida -se limitó a contestar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario